Federico Vogt (1867-1931)

El P. Federico Vogt fue el primer misionero del Verbo Divino con destino fijo para Misiones. Llegó el 5 de noviembre de 1898. Estuvo 20 años solo, y luego como Superior del Distrito de Misiones, con más cohermanos que llegaron sucesivamente; hasta el año 1913 en que recibió el traslado a Buenos Aires, para integrar el equipo de redactores de dos semanarios que la Congregación publicaba, una en alemán y otro en castellano: “El Semanario”.

Imprimió a la Pastoral Cristiana Católica el sello característico misionero que él mismo recibiera como precioso legado del propio fundador del Verbo Divino, San Arnoldo Janssen, con quien él mantenía una fluida y cordial correspondencia. Puso la base de una renovada evangelización del territorio, que siglos antes había sido escenario de las famosas “Reducciones Jesuíticas”.

Puso las bases para el desarrollo de la fe católica, que ahí en más significó un aporte invalorable para el desarrollo y progreso material, científico y espiritual de Misiones.

Sus escritos abarcan una variadísima gama de temáticas que están dispersas en libros, folletos y artículos periodísticos, varios de ellos pedidos directamente por el Fundador Arnoldo Janssen y publicados en variedad de revistas europeas, ya sea de temática antropológica, humanística, lingüística, del idioma guaraní o descriptiva de sus viajes, como la muy detallada descripción que hizo de las Cataratas del Iguazú. Sus artículos de periodista siempre iban acompañados de fotografías, lo que para principios de siglo pasado fue por decirlo así, un hito.

Los informes para revistas los escribía en el idioma de los destinatarios, así escribió en alemán, castellano, latín, holandés, francés, hasta portugués. Su estilo era fluido, agradable, de fácil lectura. Al escribir en castellano revela un grado de inculturación al país, sus costumbres y su modo de pensar y concebir las cosas, que no se dan con frecuencia su modo de pensar y de su erudición son las innumerables citas de autores y libros que menciona en sus artículos. Lo mismo prueba su participación en el 17º Congreso Internacional de los Americanistas, realizada en Buenos Aires del 17 al 21 de mayo de 1910. Allí figura su nombre entre unos 40 personajes destacados. Todos Doctores y Profesores Decanos de Universidades; nombres como Ricardo Rojas, David Peña, Francisco P. Moreno, Pedro N. Azata, Paul Groussac, Otto Krause, Juan Ambrosetti, por citar algunos.

El ambiente hostil y poco amigable que encontró el P. Vogt en una buena parte de la sociedad “culta” de aquellos años, representados en gran parte por nuestros “Hermanos Tres Puntos”, los masones de aquella época, necesitaba una mente serena y clara como contrapartida. Citamos sólo algunas expresiones que se publicaron en “Lautaro” (revista masónica), el día 28 de febrero de 1902: “…no conocemos al que lo va a reemplazar, y no tenemos por qué hacer ningún parangón, pero es preciso decirlo con entera franqueza, el cura Vogt es una apreciable persona y muy culto caballero. Ya se sabe que somos absolutamente refractarios a la Iglesia y no comulgamos en lo más mínimo con su escuela y doctrina, pero esto no quita para que discernamos un justo elogio al Sr. Vogt, a quien por otra parte la Iglesia y sus creyentes muchos le deben como resultado de su estadía es esta capital. Nuestro saludo y despedida respetuosos”. Sólo el P. Vogt, con su actitud serena, pudo lograr este elogio de los “Hermanos Tres Puntos”, los masones.

Falleció el 6 de abril de 1931.